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UN REGALO DEL CIELO

Nunca pensé que un mensaje de Facebook me iba a emocionar tanto. Me llegó uno de esos avisos que a veces llegan cuando algún amigo tuyo actualiza el perfil. Esta vez era Delfina la que cambiaba su foto de perfil y al fijarme en la foto y en los comentarios de los compañeros sentí una alegría muy profunda.

Conocí a Delfina casi 20 años atrás cuando no existía ni tan solo la casa Populorum Progressio que tiene ACOES actualmente en Copán, (residencia de estudios para jóvenes de zonas rurales muy apartadas). Fue quizás mi primera visita a la zona de Copan y fuimos a las 5 o 6 comunidades en las que teníamos proyecto de becas de ACOES: Carrizalón, La Pintada, San Antonio Tapesco, Estanzuela, Choncó… y alguna más. En San Antonio Tapesco fuimos a buscar a la coordinadora de Becas de esa comunidad a su casa. Era una adolescente tan tímida que apenas hablaba pero consiguió reunir a todos los niños becados en la cancha de fútbol para que les diéramos su uniforme y demás equipamiento.

Más tarde Miguel, mi marido y yo coincidimos con ella en la casa Populorum de Copan en nuestro año de voluntariado. Delfina, seguía siendo terriblemente tímida, difícilmente la sacabas de sus respuestas monosílabas: Si, No… pero ahí estaba, esforzándose por sacar el curso y aguantar en el proyecto.

Al cabo de dos años fuimos de visita a la casa y me llevé una alegría muy grande al hablar con ella. Me contó como le estaba costando mantenerse en el proyecto  por diversas razones que ahora no vienen al caso. De golpe me vi delante de alguien que me abría su corazón y me expresaba sus sentimientos, su conversación era fluida y era capaz de poner palabras a lo que sentía. No me lo podía creer. Esa chica era DELFINA. Hasta me dejó que le grabara su voz. Para mí fue un pequeño gran regalo. Algo así como cuando recoges el fruto sembrado en una zona árida y difícil…

Pero si aquello fue un regalo… lo de hoy ha sido… un regalazoooo. Sabía desde hace un tiempo que trabaja en la secretaría de educación en Copán y hoy supe que se licenció.

Es la alegría profunda de sentirse una diminuta pieza de un engranaje en un proyecto que de verdad ofrece oportunidades. Un proyecto que a pesar de todos sus errores, que no son pocos, cree en las personas, cree que merecen una y dos y tres oportunidades porque todos merecemos oportunidades.

Muchas gracias Delfina por tu empeño, a Patricio porque sin ti esta historia no existiría y al cielo por “permitirme ver el fruto”.

Mariona