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EXPERIENCIA MISIONERA DE MIGUEL EN HONDURAS

Después haber estado 08 meses en tierras hondureñas, Miguel Mendizabal un joven de 24 años y apasionado de la educación, ha regresado a Pamplona con muchos recuerdos y aprendizajes de la experiencia misionera en los distintos proyectos de ACOES. Identificado con esta gran familia nos comparte algunas de sus reflexiones desde Pamplona.

“Han sido experiencias muy intensas, donde me he podido acercar a realidades muy complejas, pero sobre todo donde he podido amar y sentir mucho, descubriendo a Jesús en el rostro de nuestros hermanos más necesitados.

Esta estancia en Honduras ha estado dividida en dos partes: la primera de ellas en Tegucigalpa y la segunda en Copán Ruinas. Los tres primeros meses colaboré en las escuelas, en el proyecto del Guanábano (Crematorio municipal) y transversalmente en la pastoral. Estas semanas me ayudaron a conocer el proyecto, la realidad hondureña y la vida en la gran ciudad. La realidad de estos barrios es muy compleja y ACOES aporta un rayo de luz en estos lugares donde aparentemente hay mucha oscuridad. Este periodo supuso para mí una increíble formación, tanto a nivel humano como profesional

La segunda parte de mi estancia y, la que ha dejado en mí una huella imborrable, fue en la Populorum San Eugenio en Copán. Allí llegué con Carmen, una profesora jubilada de francés que ha sido para mí aprendizaje y amistad, y asumimos la responsabilidad de la casa, en la que tenemos 17 estudiantes de entre 15 y 21 años estudiando el bachillerato. Llegamos acompañados de Lucía, que nos dio el testigo perfecto, haciendo nuestra adaptación muy sencilla y enseñándonos siempre con profundo cariño y paciencia.

La vida en la Populorum es una auténtica escuela de vida: la convivencia, el trato entre todas las chicas, la gestión de los proyectos… suponen un reto apasionante. El ritmo de la casa hace que recemos juntos, aprendamos juntos, trabajemos juntos, comamos juntos, en definitiva, VIVAMOS juntos (sí, una vida en mayúsculas). Las relaciones humanas que se establecen son indescriptibles y ha sido verdaderamente aquí, donde he podido exprimir al máximo mi estancia y dónde se ha quedado un trocito de mi corazón.

Creo firmemente que todos los escritos de despedida (o por lo menos de “hasta luego”) deben de estar marcados por el agradecimiento. Agradecer por supuesto a ACOES, por darme la oportunidad de vivir una experiencia maravillosa pudiendo llegar a conocer y a aportar mi pequeño granito de arena en lugares que eran impensables; al Padre Patricio y al equipo de misioneros por su labor incansable en defensa de los más vulnerables, a todos los jóvenes que forman parte del proyecto, que son ejemplo de perseverancia y lucha contra las adversidades, a los voluntarios que me han acompañado en este caminar (especialmente a Adri y a Carmen, con los que he convivido tanto tiempo) y a toda la gente que se ha ido cruzando durante estos meses en el peregrinar de mi vida. Por supuesto, no me puedo olvidar de vosotros, todos los que, con vuestro cariño y dedicación, desde diversos países, mantenéis el proyecto y hacéis posible que tantos niños y jóvenes tengan una gran oportunidad para crecer, formarse y hacer una mejor Honduras»

«No hay nada más bonito que trabajar en la construcción de una sociedad más humana y justa, desde la educación y la alegría del Evangelio. ¡Nos volveremos a ver Honduras!»

Durante la experiencia he ido escribiendo un blog donde plasmaba mis reflexiones, pensamientos cotidianos… por si quieres conocer un poco más mi vida en Honduras: https://mimisionenhonduras.blogspot.com/